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Los Efectos Positivos De La "ANTROPAUSA" Sobre El Hábitat Aéreo

  La 'antropausa', la drástica reducción de la actividad humana provocada por la pandemia de Covid-19, redujo el impacto sobre el hábitat aéreo. Científicos advirtieron el decrecimiento de la fragmentación y de la polución química, lumínica y sonora.

  Un artículo publicado por científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en la revista Trends in Ecology & Evolution reafirma -a partir de la revisión de trabajos académicos e informes recientes- que la antropausa tuvo efectos positivos sobre el hábitat aéreo en un corto plazo, sin dejar de señalar, al mismo tiempo, que si para conseguir una pronta recuperación económica se adoptan las estrategias de crecimiento previas a la pandemia, estas consecuencias benéficas pueden ser rápidamente borradas.

  Se denomina fragmentación del aire a la creación de barreras artificiales permanentes (como edificios o parque eólicos) o temporales (por ejemplo, aviones o drones) que dividen funcionalmente el hábitat aéreo e impiden el movimiento de especies silvestres.

  “La pandemia nos dio la posibilidad de poder aprovechar el experimento de ver qué pasa con el impacto humano en el ambiente si frenamos todos, si no producimos todo lo que estamos acostumbrados a producir, si nos movemos menos en auto, si se reduce el número de vuelos. Es imposible pedirle al mundo que se detenga porque queremos ver qué pasa cuando eso ocurre, pero el confinamiento a causa de la COVID-19 nos dio la posibilidad de estudiarlo”, señala Sergio Lambertucci, investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA CONICET-UNCOMA) y uno de los tres autores del trabajo.

  “Nosotros evaluamos lo que ocurrió en un breve período de tiempo, unas diez semanas, en las que casi todo el mundo entró en confinamiento, y encontramos distintas evidencias que muestran cómo esta pausa tuvo un impacto positivo tanto sobre la especies aéreas (que se vieron mucho menos afectadas, por ejemplo, por colisiones con aviones), como en reducciones de los niveles de contaminación química, lumínica y sonora de ese hábitat. Lo que planteamos, también, es que esto debe tenerse en cuenta de cara al futuro, agrega Santiago Zuluaga, becario doctoral del CONICET en el Instituto de Ciencias de la Tierra y Ambientales de La Pampa (INCITAP, CONICET-UNLPAM) y primer autor del artículo.


  Los investigadores destacan que hay impactos que aún no se pudieron constar, pero que se encuentran en estudio en este momento, como los efectos de la contaminación lumínica y química sobre las especies aéreas. “Sabemos que la polución lumínica es un problema para la vida silvestre, al igual que la química. Sabemos también que uno de los factores de mortalidad de las aves es la contaminación, dado que todo lo que respiran va a su organismo. Por lo tanto, es posible deducir que la reducción del impacto antrópico en el espacio aéreo tiene que haber tenido un impacto positivo sobre la especies que lo habitan, afirma Lambertucci.


  El trabajo plantea dos escenarios hipotéticos alternativos de cara al futuro próximo, uno que implica un regreso a la vieja normalidad (businees as usual) y otro en el que la reconstrucción post COVID-19 vaya de la mano con contemplar el cuidado del ambiente (build back better). Estos escenarios los evalúa con relación a tres impulsores (drivers) del impacto humano en el hábitat aéreo: la polución (química, lumínica y sonora), la fragmentación del aire y el cambio climático. Mientras en el primer caso se retornaría a una senda de daño hacía el espacio aéreo y a las especies que viven y en él, en el otro habría medidas que permitirían aminorar el impacto antrópico sobre la vida silvestre, sin obstaculizar por ello la necesaria recuperación post-pandemia.


  “Hay que entender que esta centralización de los seres humanos en sí mismos, despreocupándose de sus impactos en la naturaleza, fue también lo que llevó a la pandemia y, como consecuencia, a la recesión económica actual. La pandemia nos permite entender en qué medida estamos conectados con la naturaleza y cómo nuestra vida y bienestar dependen de ella. Esto nos lleva a la propuesta de volver a la normalidad, pero de mejor manera”, señaló por su parte Karina Speziale, investigadora del CONICET en el INIBIOMA y coautora del artículo publicado en Trends in Ecology & Evolution.

Fuente: El Federal

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